¿Qué implica ser solidario?
Es algo que se elige, igual que hay que decidir qué causas, de las muchas justas que existen, puedo apoyar.
De vez en cuando, es higiénico preguntarse algo tan obvio como qué significa ser solidario.
No cabe duda que se trata de una pregunta incómoda, porque según cómo, uno puede llegar a la conclusión de que no lo es y eso puede despertar la mala conciencia.
Si por solidario se entiende estar implicado activamente en una ONG, realmente son muy pocos los ciudadanos solidarios, pero si ser solidario significa pagar religiosamente los impuestos, entonces prácticamente todos los ciudadanos adultos son solidarios, pero no por amor al prójimo, sino por imperativo legal.
La auténtica solidaridad comienza, entre otras cosas, con realizar bien nuestro propio trabajo; el de cada día. Consiste en apostar por la excelencia y, a la vez, por una labor socialmente responsable.
Ser solidario no es un hecho puntual, ni una aventura de verano, sino un compromiso tenaz, constante con la propia labor que a uno se le ha encomendado. Si uno no hace bien su tarea, eso tiene siempre efectos en la tarea de los otros y la primera norma de solidaridad consiste en sentirse estrechamente unido a los otros y en comprender que lo que yo no realizo correctamente afecta, directa o indirectamente, a los otros.
La primera solidaridad con el prójimo empieza, pues, en hacer bien nuestro trabajo. Los que creemos en el buen trabajo no dudamos de las posibilidades que ello tiene para poder ir cambiando el mundo.